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Sin sueñas con hacer un viaje completo, ese viaje ideal que planeamos todos con principios de maravillas y finales de ensueño, debes ir a La Toscana. A sus montañas casi dibujadas se suman los extensos valles llenos de viñedos y olivares, desde donde despuntan las torres de sus pueblos y las ciudades más hermosas del mundo.
La gente de La Toscana es encantadora, hospitalaria y graciosa. Son una mezcla de hombres de ciencia, artistas y agricultores que, junto con su gastronomía, su arquitectura y sus tradiciones han resultado en el patrimonio más grande del territorio. Sin embargo, el secreto a voces mejor guardado de la región son sus vinos toscanos, considerados un monumento histórico valiosísimo para la cultura mediterránea y occidental.
Hoy, les quiero dar un pequeño paseo por las bodegas toscanas, los invito a degustar los mejores y más exóticos vinos provenientes de los campos etruscos.
De vinos y de pueblos
La Toscana, vista desde la perspectiva vinícola, se divide en cinco grandes zonas: Chianti, Montepulciano, San Gimignano, Carmignano y Montalcino.
Vinos de Chianti
Los vinos de Chianti son el plato fuerte de la cultura enológica. Proceden del centro de La Toscana, de los valles y colinas de Florencia, Siena, Pisa, Arezzo y Prato.
Son los vinos más cotizados del mercado toscano e italiano y una delicadeza para los sentidos más estrictos. Los Chianti se elaboran bajo precisas normas según la Denominación de Origen Protegida, que otorgan al líquido un exquisito sabor a cerezas, nueces y flores. La generalidad de los vinos toscanos derivan de la esencia de los Chianti.

Vino Nobile de Montepulciano
Por otra parte, el Vino Nobile de Montepulciano procede del sureste de La Toscana, y era la bebida favorita de los nobles toscanos por su delicado sabor a ciruelas y almendras. Es un vino tocado por el influjo del mar, lo que se refleja en delicadas notas salobres. Desde la década de los 60´, el vino más ilustre de Italia posee Denominación de Origen Protegida y es una de las atracciones del inolvidable pueblo de Montepulciano, famoso por la calidad de su enogatronomía.

Vernaccia
Los Vernaccia de San Gimignano son unos de los pocos blancos que dominan el mercado italiano de los sumilleres. Poseen Denominación de Origen desde 1966, sin embargo ya los etruscos degustaban de estas estupendas bebidas que nos deleitan con notas de miel, minerales y frutas. Incluso el propio Dante Alighieri menciona estos en su Divina Comedia, como causantes de la gula de los prelados renacentistas.
Carmignano
Desde el pueblo de Carmignano llegan los vinos que son preferidos por la familia Medici, y los primeros en poseer licencia real para su producción en el siglo XVIII. Devienen de una mezcla extraordinaria entre uvas de la variedad Sangiovese y Cabernet, lo que los convierte en vinos elegantes, de intenso aroma, aterciopelados y meditativos. Poseen los Carmignano, según los entendidos, el equilibrio perfecto entre los aromas florales y los gustillos frutales.

Vinos Brunello
Por último, hacia el noreste de La Toscana, protegidos por el Monte Amiata y en los alrededores del municipio de Montalcino, se producen los vinos Brunello. Hechos al cien por cien con uvas de la variedad Sangiovese, estos vinos poseen la cualidad de la ligereza, el perfume y la vejez. En cuanto al sabor, los Brunello de Montalcino poseen notas de sotobosque, maderas preciosas y vainilla lo que los convierte en una bebida evocativa y melancólica. Sin dudas son vinos para compartir con buenas compañías.
Pero el paladar no se detiene aquí…
Aquí les he presentado la generalidad comercial de los vinos toscanos, y aclaro lo de comercial porque, para no pecar de absoluto, debo explicar que dentro de la región, cada pueblo posee dos o más tipos de vino.
Es más, cada fabricante de vino en La Toscana dota su producción de un sello particular, que lo hace original en cuanto a color, olor y sabor. Hace unos años tuve la suerte de participar en una cata local de productores vecinos, y puedo asegurar que las diferencias organolépticas son extraordinarias, sin que por ello cayera por tierra la calidad y la belleza de este tesoro toscano.
Es por ello que siempre sugiero, en una escapada a La Toscana, no atarnos a nombres y marcas, sino indagar por los vinos locales y probar varios de estos que, al final, serán una variedad más o menos intensa de los que expuse anteriormente como un mapa indispensable sobre el cual situarnos para empezar a disfrutar del viaje.

De lo que comes y de lo que bebes
Siempre pienso que un buen vino obliga a maridar con productos y platos típicos de la zona donde se bebe, es por ello que les dejaré un adelanto de lo mejor de la cocina toscana, para tratar de no perdernos en la amplísima variedad de recetas de los bares y restaurantes que encontremos en el camino.
Ante todo quiero decirles que la panadería y la repostería, las conservas artesanales, los quesos y los embutidos toscanos son todos de excelente calidad, y casan con muchos de los vinos que se nos puedan presentar. Bien vale la pena pasar una tarde a los pies de las montañas toscanas degustando un buen prosciutto, un fascinante formaggio, y uno de esos paninos colmado de aceite de oliva regional junto a los vinos que ofrecen las bodegas de la zona.
Pero para una comida de varios platos recomendaría el ritual necesario: comenzando con tintos jóvenes y ligeros para antipastos como los crostini o las panzanellas e ir acentuando el tono al pasar por pastas al estilo pappardelle o peci. Por último, cuando llegue a la mesa la ribollita, el cacciuco, o el bistecca alla fiotentina optaremos por algún crianza o riserva con la profundidad necesaria para hacer de la comida un evento inolvidable de la visita.
Despedidas algo dulces
Cometería un pecado si los dejara ir de la mesa que he servido sin probar el castagnaccio, un postre tradicional hecho con harina de castañas, miel, especias y frutos secos que nos dejará la boca pidiendo más, siempre que lo mojemos con el obligado vinsanto, el vino para postres y celebraciones que todo hostelero se precia de tener.
El vinsanto es de origen toscano, hecho con uvas pasas a los que algunos productores agregan especies. Cuando termina la vendimia, se seleccionan los frutos que formarán parte de la mezcla para el vinsanto, y se dejan secar sobre paja mientras dura el invierno. En el mes de febrero se realiza el prensado y se guarda el zumo en las barricas durante al menos seis años. Ello hace del vinsanto una de las bebidas más elaboradas y delicadas de la sumillería toscana, el pequeño mimado de los enólogos de la región y es el suave principio y dulce final de un paseo bebiendo por toda La Toscana.