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Desde la época del Imperio Romano, donde afloraban las aguas termales del suelo, ya se fundaba algún asentamiento señalando con extrema agudeza el lugar como espacio de purificación y descanso.
Allí llegaban las cohortes de legionarios a relajarse de la dura vida marcial, hacían un alto en el camino hacia la conquista y se depuraban en las piscinas termales, se ungían los cuerpos en aceites y se depilaban mientras bebían vino mezclado e intentaban adivinar lo que el destino les despararía.
Árabes, hispanos, vikingos y sajones han apreciado a lo largo de los años los beneficios de las aguas termales, surgidas como un regalo de las entrañas de la tierra. Sus propiedades medicinales son ampliamente consideradas desde la antigüedad, y todavía hoy constituyen lugares de reparación y descanso.
Para aquellos que no quieran dejar pasar el año sin visitar uno de estos lugares, voy a proponerles tres de los mejores espacios europeos para darse un chapuzón, y curarse el cuerpo y el alma del estrés y la rutina del día a día.
Termas de Saturnia (Italia)
Estas aguas termales surgen en una de las regiones más bellas de Europa: la Toscana, en Italia. Así que entre baño y baño no nos vamos a aburrir ni por asomo. Las he seleccionado porque se prestan para acompañar un viaje de ensueños a un sitio maravilloso, y lo más importante: disfrutar de las Termas de Saturnia es totalmente gratis.
Las Termas de Saturnia permanecen en el Valle de Albenga prácticamente idénticas al tiempo en que los etruscos disfrutaban de ellas. Salvo por la estructura de un molino que nos regala un toque de vetustez y la carretera que discurre a unos cien metros de las aguas, a las Termas de Saturnia no las afecta ninguna otra edificación.
La llegada a las piscinas se hace por un sendero natural abierto al lado de un espacio improvisado para el aparcamiento de vehículos.

Las aguas termales de Saturnia están abiertas todo el año, las 24 horas del día. El agua de las piscinas en forma de terrazas descendentes tiene una temperatura constante de 37 grados y son ricas en sales de bicarbonato alcalino, sulfato, azufre y carbono, excelentes para fortalecer la piel, el sistema circulatorio y el sistema digestivo.
En la zona donde se enclavan estas aguas termales no hay corriente eléctrica, así que si vas a hacer la visita debe ser en horas del día. Este es uno de los factores que ha contribuido a la preservación natural del entorno, además de la localización a pocos kilómetros de pueblitos y aldeas de la región toscana, donde podrás degustar de una excelente comida típica y preciosos alojamientos en parajes de fantasía.
Baños de Gellért (Hungría)
Podrás disfrutar de estos y muchos más baños en la ciudad por excelecia de las aguas termales: Budapest. Pero los baños de Gellért son los más emblemáticos y están ubicados en el hotel del mismo nombre.
Su aguas termales son apreciadas desde el siglo XIII, y desde esa época se han construidos termas para poder recrearse con sus encantos.
Hoy día, los baños Gellért son parte de un complejo balneario donde podrás disfrutar de una deslumbrante arquitectura Art Nouveau, y ocho piletas de aguas termales realmente maravillosas. Las fuentes son ricas en magnesio, sulfatos y sales de calcio, ideales para el tratamiento de reumas, dolencias dermatológicas y sobre todo para pasar un rato de relax por todo lo alto.
Las aguas de Gellért se mantienen todo el año a una temperatura entre 36 y 40 grados, como indica en los mosaicos de entrada a cada una de las piletas y proceden del monte del mismo nombre, sobre el que fue construido el balneario.

Lo mejor es que por solo 21 euros podrás gozar de una de las experiencias más geniales de Europa, porque te ofrecen acceso a los baños, masajes, entradas a zonas de spa y paseos con degustación por la capital húngara.
Desde el balneario conseguirás acercarte a sitios deslumbrantes de la ciudad como la Iglesia Rupestre, de obligada visita, o la Ciudadela, desde donde lograrás admirar la belleza plena de Budapest e incluso adentrarte en un bunker de la II Guerra Mundial.
Laguna Azul (Islandia)
Cuando hablemos de aguas termales corrientes, nunca debemos incluir los baños de la Laguna Azul, porque esos son inimaginables y superan cualquier expectativa.
Ubicado a 40 kilómetros de la capital Reikiavik, el balneario posee una belleza única en sus aguas azules, que salen de la tierra a una temperatura de 41 grados, cargadas de sílice y azufre, ideales para el alivio de enfermedades dermatológicas.
Las aguas termales de la Laguna Azul son una de las atracciones más visitadas en Islandia, y han llegado a ser consideradas entre las 25 maravillas naturales del mundo, con propiedades que la sitúan como las mejores de su tipo a escala europea.
Está situada entre campos de lava, que otorgan un ambiente de ciencia ficción al entorno de la laguna, la cual, junto a las instalaciones turísticas que la rodean, es totalmente sostenible.

Llegar no es nada difícil porque se encuentra a solo 30 minutos en coche desde la capital y las señales son claras para acceder a las instalaciones. Luego, ya en el sitio, te darán todo lo necesario para acceder a las aguas. Mucho ojo, porque deberás ponerte exactamente lo que te den y no la ropa o los utensilios que lleves, todo ello para mantener la seguridad y la higiene del espacio natural.
La Laguna Azul abre todo el año, posee restaurantes, bares, salones de spa y tiendas de regalo ubicadas de tal manera que no te faltará nada en el recorrido. La mejor época para visitarla es en septiembre o mayo, meses en lo que hay menos afluencia de público, aunque te advierten de hacer la reserva con antelación para no sufrir percances.
En resumen
Las aguas termales son uno de los placeres más antiguos que nos acompañan hoy en día; si no tienes la suerte de visitar alguno de los lugares que te mencionamos anteriormente, siempre puedes disfrutarlas en menor escala en alguno de tus próximos viajes, como por ejemplo los balnearios de aguas termales del sur de Alemania o muchos, muchos más.
¡Buen baño!