Si hay algo que no te cuentan cuando pones rumbo a Siem Reap, Camboya, para visitar los maravillosos templos de Angkor, es que probablemente será una de las paradas más agotadoras de todo tu viaje.
Los viajeros más todoterrenos se levantan para ir a ver el amanecer a Angkor Wat, pasan el día descubriendo ruinas, intentando anticiparse a las masas y subiendo y bajando escaleras en diferentes estados de conservación, para volver a Siem Reap completamente agotados cuando el sol se pone.
Aunque cada minuto pasado en Angkor vale su peso en oro, el sentimiento de volver al hotel, darse una ducha y relajarse media hora en la cama antes de salir a cenar no se queda atrás.
Nosotros encontramos nuestro oasis particular en un hotelito encantador llamado Asanak D’Angkor Boutique Hotel. Pequeño, cuco y cuidado hasta el último detalle, volvíamos cada tarde y lo recibíamos como si de Ítaca se tratara.
El personal del hotel se componía principalmente de chicos jóvenes, que además de ser majísimos y ayudarnos con todo lo que les pedíamos, aprovechaban cada oportunidad para entablar conversación y mejorar su inglés. Así aprendimos que Mary Yann No y su novio, ambos empleados del hotel, iban a casarse pronto en una boda tradicional Camboyana a la que estábamos invitados si seguíamos en el país y que empezarían pronto a estudiar en la escuela de turismo y de inglés.
Por más que viaje, la amabilidad del Sudeste Asiático siempre es uno de los rasgos que más llaman la atención. ¿Cómo es posible que la gente, independientemente de su situación, parezca tan contenta y esté tan dispuesta a ayudar?
A menudo pienso que, aunque vivas en un país más desarrollado y con muchas ventajas y comodidades, tendríamos que aprender nosotros más de ellos, que ellos de nosotros. ¿O es que el desarrollo hace que olvidemos cuál es la esencia de la felicidad?
Nuestra segunda visita obligada en Siem Reap al volver de los templos, era un pequeño local de masajes que había en una esquina cerca del Asanak D’Angkor Boutique, donde por 4-5 dólares podías disfrutas de una hora completa de masaje.
Aunque había de todo tipo, mi favorito sin duda después de las palizas que nos dábamos en Angkor eran los masajes de pies y piernas. ¡Una hora completa por 4 dólares recibiendo un masaje en los pies!
¿Puedes imaginar un final mejor para un día agotador?
Por eso te daría dos consejos fundamentales para disfrutar de tu estancia en Siem Reap:
Y si ya has estado en Siem Reap y descubriste algún pequeño oasis personal, ¿te atreves a compartirlo con nosotras?