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Puedes planear un viaje hasta el más mínimo detalle, pero seguramente no vaya a salir exactamente como esperabas. Yo no pensé conocer al dengue como compañero de viaje en Camboya, pero él sí que tenía pensado encontrarse conmigo. Nadie cambiaría las playas de arena blanca y aguas cristalinas por las paredes blancas de un hospital en Phnom Penh. Nadie. Pero hay caminos fáciles de andar y otros en los que te tienes que poner las botas de experto montañero.
Mi viaje estaba siendo de 10, todo iba sobre ruedas y no podía estar disfrutando más de Camboya. Estaba descubriendo del placer de viajar sola y un increíble país, Camboya. Phnom Penh guardaba luto a Norodom Sihanouk; descubrí templos poco visitados; Angkor, el plato fuerte del viaje; conocí pueblos flotantes en mi barco a Battambang; monté en el tren de bambú y recorrí campos de arroz; descansé en las aguas del Golfo de Tailandia; descubrí los vírgenes Montes Cardamomos.
Después del trekking por los Cardamomos, quería ir a una isla pequeña, cerca de Kep que me había recomendado una expatriada. Pero, caprichos del destino, no pude volverme a bañar en la costa camboyana. Tuve que pasar una semana en un hospital de Phnom Penh donde me trataron a cuerpo de reina por $1300/noche (menos mal que mi seguro IATI se encargó de todo) porque una mosquita decidió contagiarme con el virus del dengue hemorrágico (el más mortífero de todos).
Sola, enferma y en un país muy distinto al mío. Mi mayor preocupación era cómo decirles a mis padres que estaba en la UCI en un país del lejano oriente sin preocuparles en exceso. Difícil situación. Fue una semana dura en Camboya y unas cuantas más de recuperación en casa. Cuando volví a Europa había dejado más de 10 kilos en Camboya, tenía una herida muy, pero que muy fea en la pierna y una historia que contar para toda la vida.
Convertir una mala experiencia en algo positivo
Sí, porque ahora miro para atrás y no recuerdo los malos ratos que pasé. No recuerdo lo débil que estaba. He borrado de mi mente el dolor que tenía en la pierna debido a una hemorragia interna causada por el dengue. También se me ha olvidado lo mal que me sabía la comida. Ahora recuerdo con cariño cómo me cuidaba una enfermera en particular. Su nombre lo olvidé hace tiempo, pero ella venía en sus ratos libres a charlar conmigo y me contaba cosas de Camboya. Recuerdo cómo uno de los médicos me animaba y me trataba como si fuese su hija.
Esta experiencia me ha hecho más fuerte a las adversidades de los viajes y de la vida. Me preocupo menos por las pequeñas cosas y por las que sé que tarde o temprano se solucionarán. Ahora, que todo ha pasado y hace casi 4 años de esto, me gusta recordar esta historia y contarla siempre que puedo. Es mi herida de guerra. Es mi seña de supervivencia. No estaba en mis planes contraer el dengue, pero he convertido en una muy mala experiencia en algo positivo en mi vida, que me ayudó a crecer y ver la vida de otra forma.