No sé si a ti te pasará lo mismo, pero yo me tiro semanas – o incluso meses – planificando cosas para cuando lleguen las vacaciones.
Mientras iba al colegio o durante la universidad no me pasaba. Me encantaban las vacaciones – a quién no – pero no tenía el sentimiento de “tengo que aprovechar hasta el último minuto o me arrepentiré durante todo el año” que tengo ahora.
Y es que las vacaciones son el momento perfecto para hacer todas las cosas que durante tu día a día no te da tiempo a hacer. Ya sea parar hacer un viaje largo y diferente, ponerme al día con amigos y familiares a los que no suelo ver, relajarme en la playa o en la piscina, hacer planes divertidos, trabajar en la casa… y un largo etcétera.
Desde que empecé a trabajar, cada año tengo más y más expectativas e intento estrujar al máximo cada día; lo cual es un poco estresante pero a la vez reconforta.
Lo que muchas veces olvidamos, es que además de para todas esas cosas, las vacaciones también son el mejor momento del año para despejar la mente y llegar a conclusiones que, por evidentes o sencillas que puedan parecer después, durante tu ajetreada vida non-stop no eres capaz de ver.
No es lo mismo intentar tomar una decisión sobre un asunto importante cuando estás tumbado en la playa, después de 10 días sin poner un pie en la oficina ni recordar el agobio del trabajo, que cuando estás corriendo a todas partes como pollo sin cabeza durante una semana normal.
Yo me di cuenta durante mi primer viaje al sudeste asiático.
Llevaba meses intentando llegar a una conclusión sobre un aspecto de mi vida que me tenía intranquila, pero cada vez que intentaba pensar en ello me acababa bloqueando. Y de repente, mientras estaba tumbada en una playa de Koh Lanta, después de más de diez días sin pensar en el trabajo, la inspiración empezó a aparecer como por arte de magia. En serio, tuve más ideas geniales durante esos quince días que durante los últimos cuatro años.
Por eso desde entonces, cada año aprovecho mis vacaciones para darle algunas vueltas a los temas que más intranquilidad me producen y que durante el día a día no tengo tiempo a “terminar de pensar”. Y es que para conseguir despejar tu mente, antes necesitas despejar algunas otras circunstancias que no ayudan a que las ideas fluyan con naturalidad.
Esto no significa que tengas que sacrificar los planes que tenías pensados hasta ahora, ni que tengas que dejar de hacer nada de lo que te gusta durante tus vacaciones. Sólo supone cambiar la actitud, aprender a desconectar de todo lo que te produce estrés y dedicar un poco de tu tiempo de vacaciones a ti mismo y a pensar en lo que te preocupa.
No necesitas perderte en una playa paradisiaca y desierta (aunque seguro que te gustaría), ni vestirte de ermitaño y aislarte en algún lugar incomunicado en las montañas del pueblo de tus abuelos.
Sin embargo, sí hay una serie de elementos que deben estar presentes para asegurar que tus vacaciones no pasen de largo, sin que te haya dado tiempo a llegar a ninguna conclusión.
Por ejemplo, necesitarás tener al menos una semana de vacaciones (no vale con aprovechar cualquier fin de semana largo o día de fiesta o no obtendrás los mismos resultados); tener la estructura mental adecuada, así como algún lugar que te permita estar relajado y desconectar.
También necesitarás una serie de preguntas sobre las que meditar y que te ayuden a llegar la conclusión que necesitas; no basta con exprimir al cerebro para resolver una única pregunta – justo la que te crea inseguridad y dudas – hay que darle las herramientas necesarias para que él mismo pueda relacionar conceptos y acabe “conectando los puntos”.
Normalmente lo que mejor funciona es ir pensando y anotando en las semanas anteriores algunas preguntas o temas relacionados que te gustaría resolver/investigar durante tus vacaciones. Solo anotarlas, sin llegar a pensar en la respuesta.
En función a la situación en la que te encuentres, también puede venirte bien dedicar un tiempo a pensar en tu vida en general; en tus objetivos y tus propósitos. ¿Hace cuánto que no le dedicas unos minutos a esta tarea? (y que conste que por propósitos no sólo cuentan los de año nuevo, que decides el 31 de Diciembre y olvidas rápidamente con la resaca del 1 de Enero.
Todos estos elementos los hemos descrito en el ebook “Cómo aprovechar las vacaciones para aclarar tus ideas”, que puedes descargarte directamente desde tu Email si quieres de forma completamente gratuita. Para ello no tienes más que rellenar tus datos en el banner de arriba y te llegará el Ebook a tu bandeja de correo. ¡Feliz descanso!
2 Comments
Qué bien dicho Estela. Y es que hay que ver qué bien nos sienta salir de la tónica diaria general para analizar nuestra dirección y sentido desde la distancia. Casi como espectadores de nuestras propias vidas. ¡De esos momentos siempre sale algo bueno que nos ayuda a crecer!
¡Me ha encantado descubrirte!
¡Besos! 🙂
Sasssto!
jaja, me ha gustado lo de espectadores de nuestras propias vidas.. a veces cuando estamos demasiado metidos en nuestros problemas (por minúsculos que sean) no somos capaces de ver las cosas con claridad.
Un poco de perspectiva siempre viene bien :).
Un abrazo!