Nunca dejes de aprender viajando

Viajar es desconectar, olvidar tu rutina y recargar pilas. Pero viajar también es aprender, conocer nuevas culturas y descubrir la historia que no nos enseñan en el colegio.

¿Has vuelto de algún viaje sin haber aprendido nada nuevo sobre tu destino? Yo nunca y ese es uno de los motivos por los que viajar es lo que más feliz me hace. Hoy quiero compartir contigo una de las experiencias con las que más he aprendido.

Estando en Kalaw (Myanmar), sin quererlo, llegué junto con otra pareja a una casa con jardín. Allí vivía un monje budista al que le gustaba hablar con los extranjeros para practicar su inglés. Como no podía ser de otro modo, se puso a hablar con nosotros y nos invitó a aprender con él sobre el budismo durante una hora de reloj.

No lo dudamos y, aunque seguramente los tres supiéramos algo del budismo, no lo conocíamos tanto como las religiones predominantes en nuestros países (cristianismo por mi parte y judaísmo por el de mis compañeros). Abrimos nuestra mente para aprender, conocer y comprender esta religión. Después de 60 minutos, nos despedimos; el monje se fue al monasterio y nosotros volvimos a Kalaw.

Esta experiencia, aparte de enseñarme a escuchar e intentar comprender ciertos aspectos de una religión bastante desconocida para mí, fue una de las más enriquecedoras que he tenido en mis viajes. Nunca sabes el cómo, ni el cuándo ni el qué de lo que vas a aprender en un viaje, pero estar abierto a nuevas experiencias e intercambios culturales, hacen que un viaje no solo sea eso, sino que también sea una pequeña gran fuente de conocimiento de la que beber.

Estas pequeñas experiencias-lecciones nos ayudan a comprender mejor el mundo que nos rodea y saber encontrar el significado de la esencia de cada país.

¿Tú también aprendes en el camino?